Mientras el sueldo de 17 millones que recibía Marcela Cubillos en derecho de la Universidad San Sebastián (USS) alerta a las instituciones fiscalizadoras, estudiantes de la casa de estudios se organizan para enfrentar una crisis interna que contrasta los abultados sueldos con la calidad de las cátedras impartidas. Muchos coinciden en que el desprestigio público podría traerles repercusiones en el futuro y no descartan dejar la institución antes de que el escándalo manche sus expectativas profesionales.
x Equipo Efecto
* Los nombres de las y los estudiantes entrevistados para este reportaje fueron modificados para proteger su identidad.
Un círculo de más de trescientos estudiantes rodea la cruz del “Patio de Las Rosas” en el campus Los Leones de la USS. Es la primera vez que jóvenes de arquitectura, psicología y enfermería se reúnen a hablar sobre la crisis interna que desató el sueldo millonario que percibió durante cuatro años Marcela Cubillos en la carrera de derecho.
En la última semana, figuras ligadas a la política del país han titulado diversos medios por razones más allá de su actividad pública. Además de la ex ministra de Educación, están el ex fiscal regional metropolitano oriente, Manuel Guerra, el exministro del Interior, Andrés Chadwick, y el ministro de la Corte Suprema, Jean Pierre Matus. El hilo que los une radica en sus labores académicas en la casa de estudios.
Dos estudiantes conducen la asamblea. Algunos levantan las manos para hablar y critican a la ex ministra; otra plantea que hay que empapelar la universidad mientras una segunda estudiante se pregunta sobre la patrulla de carabineros en la entrada de la sede que, apoyada por los guardias, registró sus nombres al ingresar. Refuerza que hay que adelantarse a posibles represalias. Que son “caleta y hay que ir con todo”.
Las problemáticas, dicen, superan a “Cubillos y la posible red de corrupción en la U”.
Aunque el caso ha escalado en distintos niveles, las y los estudiantes de derecho han sido los más afectados desde el ojo público. Esto debido al cuestionamiento a las cátedras impartidas principalmente por la candidata a la alcaldía de Las Condes, Marcela Cubillos, pero también porque al interior de la carrera existen diferencias con la directiva del Centro de Estudiantes (CEDUSS), quienes según sus pares, habrían desviado la atención al declarar que no existía una opinión crítica en la facultad sobre el sueldo millonario de la exUDI.
Fue el miércoles 25 de septiembre cuando el CEDUSS, por medio de su cuenta de Instagram, se refirió por primera vez de forma pública a las contingencias relacionadas a la USS. Aunque declaran que la demora en el comunicado fue para “no generar exposición, controversia y falta de representación en la opinión del estudiantado”, comentarios en la publicación aluden que “el silencio otorga” y que la postura llegó tarde.
Para Catalina, estudiante de la carrera, la respuesta del CEDUSS es “decepcionante” y afirma que no representa el pensamiento de los estudiantes: “Su gestión ha sido ineficaz. Necesitamos un verdadero liderazgo que defienda nuestros intereses y no más palabras vacías”.
Ante esta situación, de forma independiente, estudiantes de derecho se congregaron el 26 de septiembre para realizar las primeras asambleas y manifestaciones. El grupo de WhatsApp “Derecho USS” hoy cuenta con más de 380 integrantes, de un universo total de 687 alumnos.
La principal preocupación era que la rectoría respondiera ante la ola de noticias que invadía sus redes sociales, iniciadas por la revelación del medio El Mostrador. La respuesta llegó, pero no los dejó conformes. En un comunicado el rector Hugo Lavados defendió la labor docente de Marcela Cubillos reforzando que las críticas son “afirmaciones injustas que buscan desprestigiar nuestra universidad”.
Al comunicado de Lavados se sumó una carta al director enviada por cuatro alumnos de derecho al medio El Líbero, pertenecientes al movimiento Democracia y Libertad, cercano a figuras del piñerismo, quienes afirman que la institución se transformó “en una familia” para ellos y que se sienten “orgullosos de ser parte”.
“Todos sabíamos que esta era una universidad con profesores que habían trabajado en el Gobierno del Presidente Piñera, por eso también la escogimos… no es lejano lo que dijo Marcela Cubillos, su imagen sirvió para que más alumnos tuvieran un incentivo de matricularse en la USS”, escribieron.
Sin embargo, los estudiantes consultados para este reportaje coinciden en que estos hechos pueden incidir en su futuro profesional y que el desprestigio público de la universidad podría perjudicarlos en el corto plazo. Incluso, según comentan, la decisión de convalidar ramos y trasladarse a otras casas de estudios está tomando fuerza.
Laura (18) afirma que “es una opinión generalizada” y que ella también evalúa la posibilidad. “Quiero ver cómo se resuelve esto para tomar mi decisión final. Si la universidad intenta tacharnos a los estudiantes de malos por querer protestar, me voy. No veo más solución”, sentencia.
Desde niña, Amanda (18) tuvo la convicción de estudiar algo que le permitiera ayudar a la comunidad. Fue así como llegó a derecho. En sus palabras, trabajar como abogada desde una perspectiva social le permitirá “ayudar y hacer mejores cosas”. Sueño que depositó en la Universidad San Sebastián gracias al esfuerzo de su mamá, becas internas y la Beca Bicentenario, otorgada por el Estado, para financiar los más de $6.000.000 de arancel.
Su realidad no es un caso aislado. Actualmente, la casa de estudios informa en su sitio web que “el 93% de nuestros alumnos cuenta con algún tipo de beneficio estudiantil, ya sea CAE, beca Mineduc o beca USS”.
Según el informe de Estados financieros, hecho por la consultora Deloitte y entregado a la Subsecretaría de Educación Superior, a diciembre de 2023 el 70% de los alumnos de la USS financiaba su carrera con el Crédito con Aval del Estado (CAE). En el documento indican que al término del 2022 y 2023 “el pasivo reconocido por este concepto alcanza a M$8.750.516.-y M$ 9.124.932.- respectivamente”.
Dicha cifra está incluida en el 35% de aportes fiscales que recibe la USS, informado por el rector en su comunicado, que se contrapone con el 45,5% publicado por investigadores y medios en la última semana.
Lo que partió como una experiencia positiva, a los pocos meses se transformó en una incomodidad progresiva. Aunque Amanda solo alcanzó a tener poco más de un mes de clases antes que la ex rostro del Ministerio de Educación (MINEDUC) renunciara para enfocarse en su candidatura por Las Condes, se suma al relato de varios estudiantes que indican que “no era mala profesora”. Sin embargo, “su ética dejaba mucho que desear”.
Cabe destacar que la ex docente e investigadora USS incumplió el artículo 13 del Reglamento del Académico de la casa de estudios, actualizado a finales de 2019, al no “poseer al menos el grado de magíster, especialidad médica u odontológica, u otra equivalente”.
Francisco (19) también conoció a Cubillos en las clases de Derechos Fundamentales y comenta que, “pese a que sabemos que la San Sebastián está un poco politizada”, pensó que eso no se iba a notar en las clases “y se demostró claramente lo contrario”.
Pero esta no era la única injerencia de Cubillos en la San Sebastián. Además de también impartir el ramo de Instituciones Políticas en primer año, donde alumnos cuentan que alternaba sus cátedras mensualmente con el exministro de Bienes Nacionales de Sebastián Piñera, Julio Isamit, la exministra figura como autora y coautora de cuatro libros de la editorial universitaria entre 2021 y 2024, por uno de los cuales (Leer Antes de Votar) es criticada por estudiantes y diputados por su sesgo político previo a las elecciones del Plebiscito Constitucional de 2022.
Respecto al desempeño de la abogada en clases, Francisco asegura que planteaba opiniones que al compararlas con otros docentes lo hacía ampliar su mirada. “Fueron otros profesores quienes me hicieron ver que el derecho es una interpretación, mientras que yo por desconocimiento había asumido que la forma válida era la que enseñaba ella”, añade.
Un profesor que, según confirman estudiantes de sus cátedras, “tenía vocación” y “una calidad docente impecable” era el exfiscal Manuel Guerra. Andrea (26) asistió a sus clases de integrado de Procesal y se sorprendió cuando el 30 de agosto apareció en las noticias que quien dictaba el curso había renunciado, luego de iniciarse la investigación en su contra por, entre otros hechos, mensajes intercambiados con el abogado Luis Hermosilla mientras llevaba el caso Penta, el mismo año que Andrea entró a la universidad.
La estudiante cuenta que Guerra realizó clases donde afirmó que “había que terminar con los amiguismos y tener ética profesional”. Y tras su aparición en el Caso Hermosilla lo primero que se preguntó fue: “¿Para qué me enseñas esto si en el día a día no eres así?”.
“Jamás nos informaron que él había renunciado”, indica y agrega que tampoco lo hicieron formalmente cuando el exministro de Interior, Andrés Chadwick, renunció a la presidencia de la Junta Directiva de la USS. En el caso de Guerra, no fue hasta una semana después que el director de carrera, Julio Rojas, fue a “decirnos que se iba a dedicar a su defensa; mismo discurso que han dado otros académicos de la universidad involucrados en casos como este”.
“Hay alumnos buenos y hay alumnos malos y a esos se tienen que ir”, recuerda Ximena (24) haber escuchado de Chadwick en una clase de Derechos Fundamentales. Y comenta que cuando el primo del ex presidente Sebastián Piñera apareció en el Caso Hermosilla sopesó la idea de cambiarse de universidad.
Así, evaluó la convalidación de ramos en otras instituciones estatales enviando su programa de estudios. Sin embargo, asegura que algunas le contestaron que no podían aceptarla “porque el profesor que lo dictaba no era idóneo a la carrera ni al perfil de ingreso”. “Incluso algunos jefes de carrera se rieron por los docentes del mundo político que me habían hecho clases”, agrega.
Andrea está en una situación similar. Asegura que cuando ingresó a la Facultad de Derecho estaba acreditada por cinco años y su prestigio estaba subiendo, “pero este escándalo borra todo. ¿Por qué? Por los amiguismos”. Próxima a egresar, la incertidumbre la embarga. “Tenemos miedo a las represalias, incluso ahora con no poder usar mi nombre para hablar en este reportaje porque en algún momento tendré que dar el grado y me puede jugar en contra; es una presión para mantenerse callada”, dice.
En 2019 la Universidad San Sebastián vivió una de las primeras movilizaciones estudiantiles desde su fundación en 1989. Alejandra (24) egresó de la Facultad de Derecho el año pasado y cuenta que se movilizaron por denuncias de acoso que significaron la salida del ex decano Iván Navas. Sin embargo, el paro estudiantil duró solo tres días. “Solo se hizo ruido y no se tomaron decisiones concretas”, sostiene.
Es enfática al afirmar que “lamentablemente creo que el perfil de estudiantes que entran a la Universidad San Sebastián no está interesado en hacer una vida universitaria política donde se pueda conversar y ver lo que está pasando en los otros años”.
Añade que cuando parte del estudiantado planteaba la idea de reunirse para abordar la integración de Chadwick a la universidad “nadie quería dar la cara porque teníamos miedo (…) te tachaban de rojo si estabas en contra de ideas políticas que representaran a la universidad” y que no se siente con el poder de poder alzar la voz al ser de una institución privada.
Cinco años después, la Facultad vuelve a tener asambleas autoconvocadas, mientras que en el campus Los Leones la vocería dice que hoy la mayor preocupación es transparentar la administración financiera de la casa de estudios. Les preocupa que “los recursos y las ganancias que se juegan en las arcas universitarias no encuentren rumbo ni destino en las necesidades reales, objetivas y concretas que tenemos como comunidad estudiantil”, enfatiza uno de ellos.
Dentro de los próximos días, la asamblea presentará a las autoridades un petitorio que condensa las demandas de los estudiantes, pero desde ya adelantan que los puntos se centran en falta de insumos en las carreras de ciencias; mejoras en infraestructura y soluciones al hacinamiento en algunas salas de clases. En temas de financiamiento, exigirán flexibilidad de pago para estudiantes de menos recursos y la ampliación de las becas internas; además de reinstalar las ayudantías académicas que fueron suspendidas y los pagos a estudiantes que gradualmente se fueron reduciendo sin justificación.
Las consecuencias del sueldo de Cubillos llegaron hasta la Superintendencia de Educación Superior, ente que solicitó a la universidad en un plazo de cinco días hábiles “que informe y circunscriba estos hechos de público conocimiento y ponga a disposición los antecedentes de respaldo”. Desde el Congreso, la bancada del Partido Socialista motivó la creación de una Comisión Investigadora para analizar las acciones de la institución.
Por su parte, el CEDUSS publicó en una historia de Instagram que convocarán una asamblea estudiantil dentro de los próximos días. Sin embargo, los comentarios de estudiantes en sus últimas publicaciones critican la falta de canales de comunicación para abordar el conflicto.
“Es una vergüenza todo esto. No se puede aceptar, sobre todo en derecho, el encubrimiento de cosas ilícitas. En vez de estudiante, me siento una clienta más de ellos”, sentencia Amanda.