Bad Bunny

DTMF: BAD BUNNY Y EL ARRIBO DEL SEGUNDO TRUMP

¿Qué relación tiene el reciente disco de Bad Bunny con la llegada de Trump a su segundo mandato? En este artículo, dos investigadoras analizan los matices y rupturas en la música del artista y los mensajes que eclipsan el discurso contra Latinoamérica del retornado presidente de Estados Unidos.

x Andrea Ocampo y Nathaly Gómez

Si para el primer gobierno de Donald Trump (2017 – 2021) fuimos testigos del huracán “Despacito” (2017) –de Daddy Yankee, Luis Fonsi, más un latinizado Justin Bieber– que arrasó con todo a su paso, el nuevo disco de Bad Bunny “DeBÍ TiRAR MáS FOTos” (DTMF) aparece como un ciclón de magnitudes que desmantela la inercia, el malestar y la precariedad boricua, alentando conversaciones que difícilmente llegarían; fuegos y algarabías sociales que habían quedado en pausa desde el 2019 con la dimisión del gobernador de la isla, Ricardo Rosselló. 

EL FENÓMENO POPULAR

Benito Antonio Martínez Ocasio –a.k.a el Conejo Malo– lanzó días después de navidad el single “PIToRRO DE COCO”, para luego, el 5 de enero (Pascua de Reyes) publicar su último álbum que se ha convertido en trend en redes sociales y en leitmotiv para cientos de periodistas, comunicadores y críticos, logrando impresionantes reproducciones en todos los países latinoamericanos. 

Como todo fenómeno pop, se han publicado un sinfín de notas que ovacionan, interpretan y elucubran sobre la obra del artista boricua. La gran mayoría de los comentarios se relacionan con la mezcla de diferentes estilos musicales de la isla, tales como la salsa, la música jíbara, la plena, la bomba y por supuesto, del reggaetón. Otros hablan de la nostalgia que despierta la estrategia visual y sonora del álbum: desde la portada que exhibe el patio de una casa con dos sillas plásticas blancas tipo rimax, muy populares en toda la región. Otros apelan a que esta producción sería una carta de amor a su país, Puerto Rico; otros gozan descifrando la estrategia de marketing, eficiente y exitosa desde el punto de vista del mercadeo y los especialistas. Incluso hay cronistas especializados que detallan en texto, video o sonido, las innumerables referencias del reggaetón vieja escuela o de la misma discografía del cantante. Unos pocos levantan una guía con indicaciones de cómo escuchar el disco. Los menos han criticado la producción musical desde una perspectiva política que se clausura a comprender la cultura popular actual en nombre de la contracultura de antaño. En internet encontramos de todo. 

No obstante, la dimensión más relevante –además de haber llevado a la música negra del archipiélago a los primeros puestos de los rankings globales– ha sido el trabajo lírico de esta entrega. Más allá de los culos y en medio de su vibración, nos encontramos con un viaje que nos conduce a un periplo de desamor, saudade y deseo por alguien, así como –en un salto sobresaliente– a una voz social y política.  Bad Bunny siente verdadero orgullo por ser boricua, emoción que se cruza con los efectos de la gentrificación de la isla, con la pérdida de las tradiciones e identidades locales, así como emerge la problemática relación colonial que sostiene este territorio caribeño con EE.UU. 

DTMF puede ser leído como un disco de largo estruendo y aliento que, bajo el autotune y las capas de efectos, interpela políticamente a los borinquen, llamándoles a tomar conciencia y posición sobre la urgencia de la conservación, independencia y autonomía del territorio, justo ad portas del segundo ascenso al poder de Donald Trump. A continuación, sin ánimo de cerrar discusiones, sino de ahondar en los relieves de este disco, proponemos algunas claves para repensar el fenómeno cultural y geopolítico al que asistimos. 

POLÍTICA Y REGGAETÓN

Para reflexionar sobre los cruces entre política y reggaetón, necesitamos comenzar por el inicio. El perreo violento emerge en un contexto de censura y criminalización de los caseríos de Puerto Rico: estigma que porta hasta el día de hoy, tanto por originarse en los barrios bajos, como por la lírica que enarbola. Una lírica saturada de violencia callejera, donde el sexo, las drogas, las riñas y las provocaciones entre rivales despunta su imaginario como una herramienta comunicacional y estética siempre cargada y contingente. El reggaetón atiende la practicidad de esas experiencias vitales. Podemos decir, en ese aspecto, que el reggaetón nació enfrentándose al gobierno local, a los legisladores que lo calificaban como una amenaza a la juventud al promover la pornografía, a la policía que realizaba las redadas para confiscar los casettes regrabados, a la Iglesia Católica y Evangélica, así como a los medios de comunicación que tuvieron prohibido difundir este sonido. 

De mano de DJ Playero y DJ Negro, el reggaetón permaneció vivo y grabándose en clandestinidad, dándole pista a nuevos talentos como Vico C, Daddy Yankee, Ivy Queen y Tego Calderón. Estrellas en ascenso que lidiaron con la criminalización ocurrida durante los dos mandatos de Pedro Roselló, con su campaña Mano dura contra el crimen, en la que la policía podía confiscar música que se considerara promoviera antivalores. Años más tarde, durante el verano de 2019, el reggaetón iría por Ricardo Roselló (su hijo): el que terminaría dejando el gobierno a causa de las protestas de indignación que gatillaron los chats de Telegram, donde la autoridad no sólo hacía gala de misoginia y homofobia, sino que se burlaba de las cientos de víctimas del Huracán María. La corrupción, la crisis económica y los desastres naturales concentraron las protestas, siendo visiblemente apoyadas por Bad Bunny, Residente, Ivy Queen, iLe, Ricky Martin, entre otros. Canciones como ¨Cántalo¨ (2019), “Afilando cuchillos” (2019), así como el “perreo combativo” realizado en el frontis de la Catedral de San Juan por las comunidades LGBTIQ+ fueron manifestaciones que escriben la historia de este estrecho vínculo. 

UN PUERTORRIQUEÑO QUE SÍ AMA PR

Tres años después, Martínez Ocasio lanzaría el álbum Un Verano Sin Ti (2022), donde una de las canciones políticas sería El Apagón. En esta narró los constantes cortes de luz que vive la isla debido a la corrupción, la falta de mantenimiento e inversión en la red eléctrica, el paso de los huracanes, el mal estado de las vías, la desigualdad social y los efectos de la gentrificación, una sumatoria de los problemas que aquejan la cotidianidad de los puertorriqueños. Al observar su video en Youtube, vemos que viene acompañado del reportaje Aquí vive gente de la periodista Bianca Graulau, donde relata las acciones de resistencia de los borinquen en contra del constante acecho de la compra masiva de edificios y el aumento excesivo en las rentas como estrategias para sacar a los habitantes de estos espacios.

“En tiempos sombríos como los que estamos viviendo en Latinoamérica con el ascenso de gobiernos anti derechos como el de Trump, propuestas como DTMF empatizan con una región que brega al igual que los boricuas por un mejor vivir, que resiste a los problemas que narran las canciones y que –no menos importante– lleva a quien busca pasarla bien, a reflexionar y sentir mientras baila.”

(…) No olviden la viejita de allí

Que vive sola, hay que irla a ayudar

Recuerden que to’ somo’ de aquí

Al pueblo el pueblo le toca salvar

Con el gobierno no me envíen na’

Que esos cabrone’ lo van a esconder

Van pa’ la calle, pa’ fotos na’ má’

Por mi toditos se pueden joder

Fueron cinco mil que dejaron morir 

Y eso nunca se nos va a olvidar

Bad Bunny – Una velita

Otros artistas urbanos boricuas, como Residente (en Hijos del Cañaveral, En Talla, Latinoamérica), Calle 13 (en Querido FBI, La Perla, Tributo a la policía, El Hormiguero), y Cultura Profética (Lucha y sacrificio, ¿Por qué cantamos?, Pasiones, Guerrillas y Muertes, entre otras) también han incorporado a su discografía líricas políticas. Entonces ¿cuál es la diferencia de esas producciones respecto a DTMF? Probablemente sea que este fenómeno cultural hace patente que toda música, así como todo arte es político. Incluso aquel que se reconoce como “apolítico”. Pues lo que se comprende sin-política, ocupa ya un lugar en el entramado simbólico y coordenadas significantes del discurso, la cultura y la sociedad. Ser a-político, es entonces una posición política (vale preguntarse ¿a quién le favorece esa “a” que antecede a lo “político”?),

DTMF es político, porque el reggaetón así como el rock, jazz, los boleros, el pop, etc, establece una relación simbólica y estética con su contexto, con la sociedad que le circunda, así como con las culturas que la cruzan y la historia que cargan. En este caso, hablamos de una producción musical consciente de ser una hija de su época, que se hace cargo de la coyuntura política y sonora. Este disco hace patente que el perreo refleja y responde a una memoria musical riquísima en la isla. Evidencia que su éxito responde a condiciones específicas de escucha y malestar social, que son exacerbadas por la lírica, a la vez que potenciadas con el baile, la nostalgia familiar y comunitaria en torno a la salsa, la bomba y la plena. La recepción cruzada por los imaginarios históricos, pero también por el sistema de poder vigente, permite situarlo en categorías instituidas desde la autoridad del capital, como –por ejemplo– el “éxito” del mismo. 

Decimos que DTMF es político porque al mismo tiempo que sus híbridos sonoros resisten a un sistema sonoro homogéneo, innova y echa mano a la memoria colectiva para desafiar –desde el fondo y la forma– la lógica del single streameable e instrumentaliza sus canciones para educar, comunicar y/o arengar sobre la gentrificación, la precarización, la devaluación cultural e identitaria, pero también para encender el debate y la comezón independentista de la isla.

El arte de(l) Bad Bunny (de hoy) es político porque pone de manifiesto que tanto la creación, distribución, circulación y recepción de su música es atravesada por el poder y por tanto, por la política. Nos hace preguntarnos cuestiones a la que cualquier reggaetonero de la nueva escuela se enfrenta: ¿Cómo se financia una producción de este calibre? ¿Quién controla las plataformas streaming? ¿Cómo funcionan? ¿Cómo se invierte en los algoritmos y segmenta eficientemente la audiencia? ¿Cuáles conocimientos hay tras tales decisiones? ¿Cómo se accede a ese conocimiento? Y por último ¿qué valores culturales o ideologías hay tras la excepcionalidad de un disco como este? ¿Qué nos hace sentido y por qué ese sentido termina siendo político? A estas alturas, DTMF se tornó una lección de música para la historia, no sólo para el presente

AFILANDO NAVAJAS

Le molestará a los conservadores, pero es necesario situar a Bad Bunny entre el perreo y la canción de protesta. Una coordenada desastrosa para quienes no han creído en el poder del reggaetón. “Quieren quitarme el río y también la playa. Quieren el barrio mío y que abuelita se vaya” canta en Lo que le pasó a Hawaii denunciando la gentrificación, pero sobretodo, el aplastamiento cultural, la lucha por la narrativa histórica y simbólica de la isla, además del abuso extractivista de la que es protagonista la puertorriqueñidad tanto en la isla, como en la diáspora. Así mismo, hace evidente que la americanización del Caribe, importa una ciudadanía de segundo o tercer orden; siendo obligados a pagar con precariedad por su existencia. En esta época de colonialismo global, los pueblos dominados amasan sueños de soberanía en canciones bailables y de desamor (¡perrear y llorar es posible y es político!), y su llamado resuena en la región completa. Hoy, al menos tres generaciones de latinoamericanos se sienten tan comprometidos con ese llamado / advertencia / invitación, que hasta la bailan

Con esto podemos preguntarnos si acaso el fenómeno de la “gentrificación” en medio de este fenómeno cultural, se está volviendo una conceptualización políticamente correcta y neutral ante el hondo grito independentista de ésta y otras colonias. Basta ver la relación de pe-erre con la destrucción y genocidio de otros territorios, sin ir más lejos, Hawaii o Palestina. País donde los jóvenes usan “DTMF” para musicalizar el registro de las ruinas, las memorias y el regreso a Gaza de quienes han sobrevivido a la barbarie sionista. Valga la pena preguntarse, entonces ¿Cómo escuchar este disco en tiempos de genocidio? Necesitamos explicitarlo: DTMF no peca de ingenuidad sobre la violencia y el horror. Volver a la historia de PR es también volver sobre los pasos que han dado y escrito miles de anónimos dominados primero por la colonia española y hoy, por la colonia gringa. El reggaetón del Conejo Malo tiene en el top de los charts canciones tropicales, rebeldes y de protesta, que abuelos, padres e hijos bailan juntos; permitiéndonos ser contemporáneos musical, corporal y culturalmente. Hace del reggaetón un caballo de batalla para hacer circular la bomba, la salsa y la plena, tanto dentro como fuera de la isla. Se vuelve eficiente en el diálogo internacional y la política cultural, poniendo en el centro del encuadre al baile como lenguaje capaz de expresar aquello que escapa al control policial, del poder y así como del silenciamiento familiar.

@kiaraelisaaa Mis abuelitos que tienen 91 y 92 años con 70 años de matrimonio , bailando para @Bad Bunny 🥹🩷 #dtmf #badbunny #puertorico #grandparentsoftiktok #fyp #coamopr ♬ NUEVAYoL - Bad Bunny

Si en la performance del perreo la mayor actividad y movimiento solía estar a cargo del twerk femenino, o bien, del cuestionable rol pasivo. Hoy, DTMF y su amplio repertorio de ritmos, equilibra la pista de baile. En la salsa ambos cuerpos deben sincronizarse y esforzarse en llevar el ritmo, no pisar los pies del frente, ni golpear a otras parejas. La coreografía solicita una participación extra que permite introducir gestos creativos y personales, además de autorizar el roce de ciertas partes del cuerpo como las manos, la espalda y la cintura en búsqueda de una cadencia y narrativa compartida. El perreo, en ese aspecto, queda rezagado en el arte de la comunicación no verbal.

A esta recuperación de la música tradicional, se le suma la adjudicada a Rauw Alejandro, en su disco Cosa nuestra (Sony Music, 2024), donde incluye ritmos como la salsa, el bolero, el afrobeat y por supuesto, el reggaetón. Recuperación sonora también resuena con cierta auto-exigencia y meta: el posicionarse como “músicos” justo en aquellos espacios festivos del folklore (propio de la cultura popular, no docta) donde el pueblo vive su catarsis, otorgándoles autoridad y legitimación. Hoy nadie, ni medios, artistas, críticos o prejuiciosos, podrán decir que en “DTMF” o “Cosa Nuestra” no hay una evolución estética y un propósito artístico y social pulido con propiedad, preocupación técnica y conciencia política.

Conciencia plasmada en las apariciones vinculadas al lanzamiento y concentradas mayoritariamente en PR. Dichos eventos generaron noticias y videos virales en las redes sociales. No obstante, es la residencia de Bad Bunny en el Choliseo, con 30 fechas seguidas y una estrategia de ventas que privilegió a la audiencia local, la que llama poderosamente la atención. El récord de ventas de tickets, ha generado también una rápida reserva de los hoteles de San Juan, la reactivación de la economía y del turismo, equivalente –al menos– en 200 millones de dólares para la isla. Ingreso monetario sin precedentes en la cultura popular que, además desafía y convive con los fantasmas que ha denunciado en el mismo disco, por ejemplo, el efecto del turismo en la americanización y encarecimiento de la vida boricua, el paso irresponsable del visitante y la desprotección del patrimonio, así como el choque entre el colonialismo y la defensa del orgullo borinquen, que se encontrarán cara a cara y a tablero vuelto entre julio y septiembre del presente año. 

El éxito de este disco, excede a su marketing, y reside en que sus pistas virtuales y materiales, así como su lírica y sonido, emerge en medio de la calle, tal y como en medio de la calle se arma una fiesta (por ejemplo, la Sanse, una fiesta patronal en el Viejo San Juan que cierra las festividades navideñas), en una catarsis musical compartida con el barrio, en una comunidad danzante donde se trenzan las vidas y sus historias. Así, el gozo de escuchar a nuestros padres cantar “nuestras canciones” y hacerlas suyas, hace de DTMF un disco que conversa entre sus tracks, pero –y más importante– nos permite dialogar de un modo excepcional con quienes por hastío y cotidianidad no tenían nada nuevo que contar. De pronto, nuestras familias tienen anécdotas, recuerdos, letras incorporadas al paso de los años. Benito pone al centro de la pista de baile nuestra historia familiar, en canciones que sostienen el espíritu del pueblo caribeño y latinoamericano desde un afán tan personal y por eso mismo, tan transversal y político. 

@hispaok

¡Esto es Puerto Rico! Nadie supera DTmF, menos los puertorriqueños, que no los para ni la lluvia para disfrutar de estos temazos en las calles de San Sebastián. #DTmF #BadBunny

♬ sonido original - HISPA

EL ARRIBO DE TRUMP

A pesar de haber sido escuchado en un inicio sólo en Latinoamérica, hoy DTMF ya es Top Global, llegando sus ritmos contagiosos a EEUU, justo en el momento del ascenso de la derecha republicana con Donald Trump, quien durante su campaña trató de ¨animales¨ y ¨no humanos¨ a los migrantes y afirmó que estos están envenenado el país. Posicionado para su segundo mandato, Trump ha anunciado diferentes acciones tales como: cambiarle el nombre al Golfo de México (Google estaría pronto a hacerlo) –como si fuera un asunto de voluntad, tecnología y no de historia política–. Así mismo, anunció  la reapropiación del Canal de Panamá (conflicto inminente donde China se ha posicionado en favor de Panamá); ha declarado que ellos (los estadounidenses) no nos necesitan (a los latinoamericanos); y ha prometido revocar la nacionalidad por nacimiento (que sería un acto inconstitucional). Si a esto se le suma la declaratoria que desde ahora sólo existirá el género femenino y masculino –negando la existencia de las personas trans– el panorama se torna extremadamente regresivo y devastador

En relación con la migración, algunas de sus medidas ya están en marcha. La primera ha sido la cancelación de citas y la suspensión de la aplicación CBP One mediante la cual se permitía agendar citas a los solicitantes de asilo en Estados Unidos para así entrar a este país e iniciar su proceso. La segunda, es el inicio de una de sus promesas de campaña: las deportaciones masivas, que ya han generado conflictos diplomáticos con países de la región como Colombia, cuyo presidente, Gustavo Petro, se negó a recibir dos vuelos norteamericanos en territorio nacional debido a los tratos indignos que estos han recibido. Tras amenazas de ambos lados (incremento de aranceles y cancelación de servicios consulares de EE.UU en Colombia), la noche del 26 de enero se limaron asperezas, quedando eso sí, la tensión. La tercera medida, ya vigente, es la autorización del ICE y CBP de realizar detenciones en iglesias, hospitales y escuelas. La cuarta, es la eliminación del parole humanitario, creado en el año 2022 y que otorgaba un permiso que autorizaba viajar a EE.UU a personas procedentes de Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua bajo el patrocinio financiero de algún residente o ciudadano norteamericano. La quinta medida, es el decreto de emergencia en la frontera sur con México, en el que se insta a la militarización y reforzamiento de los muros. La última orden –hasta el el 29 de enero–, es el uso de Guantánamo (centro de detención norteamericano en Cuba) como prisión de inmigrantes irregulares que considere como peligrosos y criminales. 

@riopilli Mensaje de mi abuela que ha luchado toda su vida por Puerto Rico 🇵🇷🌟 #badbunny #pr #dtmf ♬ original sound - carla victoria

NO HAN PODIDO, NI PODRÁN

Autores como Joseph Heath y Andrew Potter en su libro Rebelarse vende: el negocio de la contracultura (2005) han cuestionado los alcances de la contracultura y de los movimientos antisistema, puesto que su efecto sería contrario, es decir: las luchas que buscaban el cambio y cuestionamiento al sistema resultaron siendo poco conflictivas y útiles para el capitalismo y el consumismo. Tomando como ejemplo a los hippies, explican cómo a pesar del rechazo de estos al consumismo de la sociedad norteamericana, lo hacen a partir de una rebeldía enmarcada por el consumo de sustancias psicoactivas, usos de prendas, de transportarse en Volkswagen Escarabajo y escuchar música alternativa: lo que conllevó –más bien– al establecimiento de una tendencia por adquirir un estilo de vida junto a sus productos, como un medio de distinción que –en últimas– hace parte del ideal capitalista. Así es como pasarían de hippies a yuppies en breve lapso del tiempo. 

De ahí que la música no esté exenta de este debate, sino que más bien hace parte de los productos que el propio sistema ha tomado a su favor, y más cuando “en una sociedad que premia el individualismo y deprecia el conformismo, ser un ‘rebelde’ constituía ya una nueva categoría transicional” (Heath y Potter, 2005, p. 148).  Por lo que, DTMF y las acciones que Bad Bunny ha realizado en los últimos años, podrían considerarse como una pieza más del engranaje del sistema en el que dicha disrupción y rebeldía también son un producto atractivo para mercadear. No obstante, a pesar de ésta panorámica, el arte –y en este caso, la música– puede abrir nuevos espacios de disenso; el pensador Jacques Rancière en su libro Sobre política estéticas (2005) señalaría que las intervenciones desde el arte que problematicen el consenso más allá de brindar otra información, debe cuestionar lo dado y las interpretaciones que están al alrededor de estas.

El Conejo Malo permitiría lo que el filósofo francés –Rancière– llamaría una repartición de lo sensible, puesto que, más allá de la temática de su obra, el modo en que propone el debate, las personas y comunidades que visibiliza, los objetos y los espacios en los que repara, antes no habían sido tomados en cuenta. Martínez Ocasio permite reflexionar sobre cómo la sociedad global organiza lo visto, lo oído, lo decible y aquello pensable, permite buscar en los anhelos independentistas una imagen oculta de PR autónomo y, con, ello alterar las formas de percepción y de la experiencia, por ejemplo, del gozo, de la rabia, de la nostalgia y de la puertorriqueñidad, para redefinir así la habitancia y convivencia de los borinquen.

En esta repartición, más allá de simplemente “dar voz”, volverse un representante de los boricuas de a pie y de generar un sistema cerrado de representación de PR, el Conejo propone una manera de conectar su obra musical con una audiencia histórica, poniéndose a prueba en todo orden, para configurar tantos sentidos comunes como fotos faltan por tomar. No obstante, necesitamos reconocer en DTMF el riesgo de que este salto artístico se integre nuevamente a la lógica consensual y homogénea del mercado, puesto que, al mismo tiempo denuncia el destierro, la corrupción, la extinción de la fauna y las tradiciones, termina promoviendo un movimiento de turistificación, así como una estereotipación y exotización de la identidad y artículos boricuas –al ponerlos de moda–. Tal como ocurre con la pava, sombrero utilizado por los jíbaros (campesinos puertorriqueños), los “quesitos-sin-queso”, las sillas rimax, la estética fenotípica de las mujeres y hombres de la isla. No olvidemos que las millones de reproducciones de sus canciones, si o si, monetizan.

La historia de Latinoamérica y el Caribe lo puede corroborar: nuestra historia musical posee carácter y sentido político, como es el caso –por ejemplo– de un Rubén Blades, Jorge González, Ana Tijoux, ¨La Muchacha¨ Isabel, Silvio Rodríguez o un Residente, estrellas que se han caracterizado por mantener un discurso y posición crítica durante su carrera musical. En este caso, Bad Bunny –a pesar de haber rehuido de la denuncia en años previos– hoy lanza un llamado a la memoria y a la acción colectiva, desde una de las dimensiones más propias que nos hemos dado como humanidad: desde la escucha y el baile como forma de resistencia; en acciones, ritmos y cantos, que no han podido, ni podrán quitarnos.