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#ENEFECTO | NO DECIDAN POR NOSOTRXS SIN NOSOTRXS

En esta columna #EnEfecto, Dariel, un adolescente trans chileno de 16 años aborda la discusión en torno al financiamiento estatal del Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género (PAIG) y los tratamientos de reemplazo hormonal y bloqueadores puberales en personas transgénero menores de 18 años desde el Poder Legislativo donde, afirma, voces como la suya no han sido tomadas en consideración.

x Dariel

Para mí, un adolescente trans de 16 años, la posibilidad de tener acceso a un tratamiento hormonal y psicológico no se trata de un juego, es una cuestión de supervivencia. Es la posibilidad de vivir de forma auténtica y evitar un sufrimiento que podría ser de por vida. No se trata solo de un cambio físico, sino de transformar una realidad que me atormenta en una sociedad que, a menudo, no sabe cómo comprenderla; hecho que queda claro con la reciente prohibición de acceso a tratamientos hormonales para quienes tenemos menos de 18 años, aun cuando sí se permite para niñas, niños y adolescentes cisgénero en materias como la pubertad precoz.

La primera vez en la que me vi enfrentado a la posibilidad de no tener mi tratamiento hormonal en agosto de este año, cuando el Ministerio de Salud convocó una Comisión de Expertas para conocer las dimensiones de los programas de acompañamiento afirmativo), fue un golpe brutal: sentí angustia, tristeza y rabia. Fue una sensación de despojo de la sociedad, de ser privado de algo esencial para mi salud mental y emocional, algo sobre lo que nunca debí haber perdido el control y sobre lo que no fuimos consultadxs ni escuchadxs por quienes tomaron esta decisión.

Estos sentimientos no son momentáneos, son marcas en la vida de miles de personas. El hecho de suspender el Programa de Acompañamiento Afirmativo a la Identidad de Género (PAIG), que finalmente fue salvado en votación del Senado, para menores de 18 años no es solo aplazar un tratamiento, es exponer a jóvenes a trastornos psicológicos como la ansiedad, depresión, disforia de género e incluso ser un factor determinante en el suicidio. Esto refleja la necesidad e importancia que tienen estos tratamientos en la vida de la ciudadanía de este país. Es por ello que las políticas públicas inclusivas y efectivas son urgentes y necesarias. No se nos pueden arrebatar de las manos por unos pocos que ni siquiera han bajado de sus esferas para conocer nuestras realidades.

“Como yo, hay miles de adolescentes trans en Chile que no tienen los recursos suficientes para realizar estos tratamientos de forma privada, por lo que eliminar esta opción nos arranca una parte esencial de nosotros mismos, algo que va mucho más allá de la estética, poniendo en riesgo nuestra humanidad y bienestar”.

Parte de mi estabilidad mental de los últimos años ha dependido de la posibilidad de entrar al programa PAIG porque parte de mi transición va por querer sentirme cómodo conmigo mismo. ¿Cómo sería si toda la Cámara de Diputadas y Diputados estuviera compuesta por personas trans? La realidad, probablemente, sería muy distinta.

No puede ser que quienes nos representan en el Poder Legislativo propongan en reiteradas ocasiones suspender estos tratamientos, siendo que varios de ellos opinan solo por prejuicios, estudios internacionales que no se aplican a nuestra realidad local y miedos. ¿No es esto preocupante? Parte de ser trans es comprender que una persona cisgénero nunca va a entender nuestra realidad al 100% porque hay sentires, experiencias, vulneraciones y cuestionamientos a los cuales nunca van a estar expuestos en la vida. Por eso es tan peligroso que quienes están discutiendo la materia no sean conscientes de esta realidad y tomen decisiones que atentan contra nuestros derechos sin primero acercarse a dialogar.

¿Acaso se consideraron las investigaciones sobre las tasas de suicidio en personas trans? ¿O los prejuicios históricos y culturales son más importantes que la vida de adolescentes? Por ahora el PAIG fue salvado, pero pese a ello ya no podré acceder a los tratamientos hormonales, que van por fuera del Programa y para los que estuve realizando exámenes y teniendo acompañamiento profesional, exponiendo mi tiempo y salud mental. Y no soy solo yo, somos miles, pero parece ser que nos ven como un otro, un nadie, a la hora de decidir sobre nosotrxs. La exclusión de las voces trans en estas discusiones es una clara muestra de cómo el sistema a menudo nos invisibiliza y deshumaniza

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