El romance en los libros ha cambiado y hoy las lectoras prefieren a personajes atractivos y buenos en la cama. Con millones de búsquedas en redes sociales y liderando los tops en ventas, sus seguidoras defienden en sus páginas la visibilización del placer femenino. En este artículo, cuatro mujeres reflexionan en torno a una pregunta: ¿por qué nos gusta leer de sexo?
x Isidora Pinochet Venegas
Se podría decir que lleva una doble vida. De día es una estudiante como cualquiera y de noche guarda un secreto que apenas un par de amigas conoce. El ritual es sagrado: cuando todos duermen y está sola en su pieza, baja el brillo del celular y abre la aplicación naranja. Cada noche la espera una fantasía distinta donde ella y un famoso serán los protagonistas.
Constanza Galleguillos (25) ríe al recordar su preadolescencia. Ha pasado más de una década desde entonces y la alivia decir que ya no se esconde bajo las sábanas para leer. Hoy, con una plataforma con más de 20 mil seguidores en Instagram (@tanzawattpadbooks), comparte sus lecturas favoritas a jóvenes de Chile y el mundo. ¿El factor común? La mezcla entre romance, placer y erotismo.
Las búsquedas en Tik Tok superan las 900 mil, liderando las listas de más vendidos, los libros spicy, o de alto contenido erótico según su traducción “picante” al español, se establecen como un nuevo boom narrativo. Sus historias, que abordan desde relaciones con científicos hasta romances con mafiosos, hadas o incluso seres paranormales, llegan a develar una verdad escondida: las mujeres también consumimos sexo.
Si algo comparten la mayoría de libros de romance contemporáneo y sus fanáticas son sus inicios en Wattpad. La plataforma de lectura y escritura online es cuna de best sellers como A través de mi ventana y Perfectos mentirosos y suma 90 millones de usuarias mensuales. Se habla de jóvenes y en femenino porque el 92% de sus lectoras pertenecen a la generación Z o millenial y más del 70% se identifican como mujeres.
Francisca Ochoa (@fran.entrelibros) tenía entre 12 y 13 años cuando leyó por primera vez Cincuenta Sombras de Grey. Si bien reconoce que “siempre se ha escrito sobre erotismo”, la historia del masoquista con Anastasia Steele fue el punto de quiebre en cómo se lee la sexualidad:
“Antes, se notaba que los libros de romance eran aptos para menores de 18 años, el placer estaba súper camuflado o no existía. Había mucho puritanismo. Por ejemplo, en Crepúsculo el sexo recién llegó en el cuarto libro, cuando ambos protagonistas estaban casados. Cincuenta Sombras barrió con los estereotipos y nos mostró que sí puede haber goce antes del matrimonio”, comenta.
El tabú, según explica Francisca, comienza a romperse y lo podemos apreciar en las librerías. En la categoría adulto-juvenil, Alas de sangre de Rebecca Yarros lidera las ventas en las tiendas virtuales y físicas como Buscalibre, Catalonia y Antártica y acumula cinco millones de ventas en el mundo. Un romance fantasioso en un mundo de dragones y guerra, pero que sus lectoras aman por el contenido sexy. Por su parte, en los best sellers de The New York Times destacan Una corte de rosas y espinas, una reinterpretación de La bella y la bestia que incluye sexo con hadas, Just for the summer y This summer will be different, dos libros con personajes humanos, pero con mucho spicy.
La mujer es una protagonista fuerte, sabe lo que quiere y se declara enemiga de su contraparte masculina. Sin embargo, su fuerza, belleza y misterio, combinadas con una sensualidad que acelera el pulso, la hará caer rendida a sus pies. Ese es el resumen que Constanza hace del género de romance actual. Clichés que si bien pueden ser repetitivos, funcionan y le permiten entrar en una “zona de confort”.
La representación en la narrativa juvenil acarrea opiniones contrapuestas. En lo positivo, Sofía Schuler (@sofi.bookshelf) destaca un avance con la década pasada y advierte un “empoderamiento de la mujer” y la inclusión de conceptos como el placer femenino o el consentimiento. “Ahora se nombran partes de nuestro cuerpo como el clítoris o las protagonistas no tienen miedo de pedir lo que quieren y su interés amoroso está al pendiente de si a ella le gusta. Antes las historias se centraban en lo que el hombre quería”, agrega.
La visibilización de los fetiches es otro punto a favor según Francisca, ya que “su representación no sólo nos abre la mente para decir ‘Oye, esto es normal’, sino que nos permite ir descubriéndonos sexualmente”.
Sin embargo, ambas coinciden en que uno de los mayores problemas de las historias actuales es la idealización del sexo. Para Sofía, “es innegable que puede ser irreal porque es la fantasía de una mujer. El problema viene cuando comparas el libro con tu vida y, claro, notes que está super romantizado y que no es tan wow como te lo contaron”.
Francisca apunta a la deuda pendiente con la caracterización de los personajes. Aunque existen, son una minoría o no alcanzan éxitos masivos de ventas los libros con amores pertenecientes a la comunidad LGBTQ+ o que no cumplan con los cánones de belleza tradicional: “Es difícil encontrar historias de mujeres con sobrepeso, imposible que una mujer no esté depilada y casi no hay hombres que la descripción no mencione que son básicamente modelos ultra guapos de dos metros y con penes enormes”.
JungKook terminó quitando el pantalón de cuerina y Tae ahogó un grito cuando vio que el pedazo de carne que se marcaba en su pantalón no era parte de su pierna.
— Te parece bien cuarenta y siete centímetros.
Una mezcla entre risa y vergüenza le produce a Francisca recordar este extracto famoso de un fanfic de Wattpad: “Hoy puede ser un meme, pero es parte de una realidad. Puede parecer exagerado, pero cuando tenía 11 era lo que leía. Capaz es tonto, pero igual fue un impacto para mí crecer y cachar que la vida no era así”.
Los éxitos se consagran cuando se dividen en subgéneros. Ese fue el caso del dark romance, hermano pequeño del romance spicy y fenómeno en redes sociales, alcanzando casi los dos millones de búsquedas en Instagram y TikTok.
Editorial Planeta lo define como “narrativas de amor ambientadas en escenarios oscuros y pobladas de personajes moralmente ambiguos”. En la práctica, historias que desafían los patrones convencionales y donde es posible encontrar relaciones tóxicas, llegando a casos de violencia, relaciones de poder, incestos o abusos.
¿Por qué leer algo que en la vida real no se desea? Camila, conocida en el mundo de los libros como Rose Merino (@therosesbookseller), se toma unos minutos antes de responder esta pregunta. “Creo que puede ser por escapar de la realidad, nos resulta adictivo este tira y afloja donde todo resulta explosivo. Puede ser totalmente opuesto a lo que aspiramos en nuestras relaciones, pero es un hecho que los libros con relaciones sanas no llaman tanto la atención”, dice la autora de Te encuentro en el tiempo.
Es la edad de lectura el punto clave para la también psicóloga. “Tiene que ver con el criterio. Yo, con 31 años puedo diferenciar ficción de realidad y divertirme, pero una niña de 13 o 15 años que accede a estas historias puede influenciarse de manera negativa y desvirtuar su imagen del amor, confundirla con rasgos abusivos o generar falsas expectativas”.
Es el caso de Sofía con After, una saga de novelas escritas por Anna Todd que narra la historia de Tessa Young, una estudiante modelo, con Hardin Scott, un joven con problemas de ira y alcohol. Su éxito llevó a que llegara al streaming con Prime Video el 2019. Las películas cuentan con clasificación R (para mayores de 17 años), pese a eso, los libros aún están clasificados como novela juvenil.
Sofía leyó estos libros en su preadolescencia y asegura que le afectaron en la vida real. “Recuerdo que se promocionaban como ‘la historia de amor que todos quieren tener’ y como era chica, lo vi como un ideal. Aspiré a eso hasta que conocí a alguien que se parecía al protagonista, viví cosas muy feas y me afectó muchísimo. Hoy intento usar mi plataforma para concientizar”, reflexiona.
Mayor control desde las editoriales es el consejo que dan las lectoras en conjunto con pequeñas acciones como clasificar mejor los libros según su contenido, que las y los trabajadores de librerías asesoren más a los padres o aplicar el sistema de trigger warnings (TW) (advertencias) en la literatura.
“Aquí no es muy común, pero en España y Estados Unidos ya es normal que en la primera página de un libro se anuncien las cosas controversiales a tratar en la historia, como violencia, suicidios o abusos. Es como un índice de temas complicados, así puedes echar un vistazo antes de comprarlos y decidir de manera informada si quieres leerlo o no”, explica.
Actualmente en nuestro país el único marco legal sobre educación sexual es la Ley 20.418, la que establece que “los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deberán incluir dentro del ciclo de Enseñanza Media un programa de educación sexual”. Antes de esa etapa no está normado, llevando a niños, niñas y adolescentes al desconocimiento y aumentando el tabú.
Tomando en cuenta las precauciones, para Rose estos libros pueden ser un espacio de visibilización de las relaciones sexuales y el placer femenino. “Las mujeres no somos seres asexuales y disfrutamos del erotismo porque es una parte de la vida. A mí me alegra ver que estas historias sean famosas y que ya no nos de vergüenza admitir que nos gusta. Es un espacio que no se nos dio por sí solo, sino que nosotras mismas lo abrimos y donde hoy cada escritora de romance pone la cara por eso”, indica.
Oportunidad de “decir al fin lo que nos gusta y cómo nos gusta” que valora Sofía. “Nuestro placer ahora se ve y tiene que ver con una lucha histórica por que los hombres entiendan que no somos objetos para su consumo, sino que tenemos preferencias particulares. Salir con un libro erótico a la calle para mí es decir en voz alta quién soy sin temor a lo que ellos opinen”, apunta.
Los años han pasado y Constanza ya no siente temor al hablar de sus novelas favoritas. Para ella, el dark romance no sólo “fue de los primeros acercamientos al sexo, sino también al empoderamiento femenino. Yo crecí con hombres en el colegio o en la calle viendo y hablando sobre porno, entonces, yo me pregunto, ¿por qué no podría leer de sexo?”.
Aun conscientes de las opciones de mejora, ninguna cambiaría sus libros spicy. Sus estanterías coloridas no son solo un artículo de decoración en sus piezas, sino un recuerdo de una larga lucha por el acceso al conocimiento donde hoy, tras las páginas de un libro, millones de lectoras deciden cuándo, cuánto y cómo.