La cineasta y profesora de cine chilena, galardonada nacional e internacionalmente en múltiples festivales audiovisuales por obras como ‘Malqueridas’ (2023) y ‘Ninguna estrella’ (2022), dedica su profesión a rescatar e inmortalizar vivencias domésticas que corren el riesgo de ser olvidadas. Aquí, recomienda cinco piezas audiovisuales imprescindibles para mantener la memoria viva a 51 años del Golpe de Estado.
x Nicolás Urquiza Zurich
Perder los archivos o que fueran pesquisados no era opción. La cineasta Tana Gilbert y su equipo sabían que trabajaban con material frágil cuando reunían videos para su película documental Malqueridas (2023), que, “desde una especie de recopilación de la memoria colectiva”, aborda la realidad de maternar en la cárcel a partir de registros audiovisuales de mujeres privadas de libertad. “Al ser clandestino podía ser borrado”, explica. Así, en un ejercicio político-estético de preservación memorial, imprimieron la cinta frame por frame, quedando con 32.640 recuadros que permitieron darle permanencia física a las imágenes.
A través de la materialidad del archivo “tuvimos otra posibilidad de preservar la memoria, de resignificarla bajo la concepción de que el cine en sí mismo también es construir memoria y generar patrimonio cultural para la historia de Chile”, explica.
En esa línea, Tana releva la importancia de narrar y registrar realidades de distintos grupos sociales del país, como en su caso las dinámicas familiares cruzadas por afectos, responsabilidades y cuidados. Y, pese a afirmar que existe una gran diversidad de temas tratados en el cine chileno, indica que en Chile aún persiste el mito sobre la gran inclinación del cine hacia el Golpe de Estado y los 17 años que vivió el país bajo la dictadura de Augusto Pinochet.
La plataforma de estudios en torno al cine chileno CineChile desmintió esta creencia en 2023 cuando su creador, Marcelo Contreras, publicó una revisión del tema bajo la premisa “el cine chileno habla mucho de la dictadura y del Golpe”. Así, analizó las 613 películas chilenas estrenadas en cartelera entre 2001 y 2023, de las cuales solo 92 abordaban los últimos años de la Unidad Popular, el Golpe de Estado y la dictadura, representando un 14,85% del total.
¿Debería seguir haciéndose cine sobre la dictadura?
“Todas las personas que vivimos en Chile estamos atravesadas por la dictadura, más allá de que tengamos un familiar que haya sido torturado o violentado por el sistema dictatorial. Hay una cuestión que tiene que ver con el sistema en el que vivimos y que construyó ese régimen. Tenemos que seguir hablando de la dictadura y haciendo cine sobre ese período, pero también de otros problemas que nos acontecen en el presente y que muchas veces persisten justamente por el legado del régimen. Hay muchas cosas que no se han solucionado, que no se han conversado y que es necesario revisitar varias veces”.
Cuando Tana Gilbert ingresó a la Universidad de Chile para cursar la carrera de cine en 2011 conoció las obras de la videista y cineasta Gloria Camiruaga, quien hoy forma parte de sus referentes audiovisuales. La oriunda de Chimbarongo dedicó gran parte de su trayectoria profesional a mantener viva la memoria del país durante la dictadura a través de distintos cortometrajes, documentales y películas. Esto, resistiendo la persecución y la censura que iba tras quienes realizaban estas creaciones culturales.
Una de las obras que su colega contemporánea recomienda ver para comprender parte de la envergadura del régimen militar en Chile es su ópera prima Popsicles (1985), donde mujeres de distintas edades lamen helados de agua mientras rezan el Ave María y develan soldados de plástico al interior de sus paletas a medida que se derriten.
“Refleja una parte de la memoria de la sociedad chilena en dictadura al trabajar con las imágenes simbólicas del terror y la represión que marcaban la época. La obra utiliza elementos nostálgicos y cotidianos para visibilizar cómo estos símbolos, que ya formaban parte del imaginario colectivo debido a los años de represión y al conocimiento público de los detenidos desaparecidos, permeaban la vida diaria de ciertos grupos sociales, particularmente de la juventud”.
Por otra parte, su obra Casa Particular (1990), censurada tras su publicación, “aparece justo en el proceso de transición a la democracia y Gloria la graba con Las Yeguas del Apocalipsis en un museo abierto en el Museo de Bellas Artes”, explica Tana.
Para ella, es importante ver esta pieza porque se construye desde el espacio doméstico, “un lugar aparentemente seguro y privado para exponer los miedos, amenazas y vigilancia que permeaban la vida cotidiana de una comunidad queer durante la dictadura y el proceso de regreso a la democracia”. Tana destaca la reflexión que produce esta cinta en torno al valor de estos espacios como “escenarios de resistencia y afirmación de la identidad queer”.
Para la cineasta, las torturas, desapariciones forzadas y algunas aristas de lo que vivió Chile entre 1973 y 1990 no eran terreno desconocido. Ese período de la historia chilena “me fue tocando a medida que fui creciendo”, indica. Durante sus primeros años de enseñanza básica en el Colegio Latinoaméricano de Integración “se conversaba mucho sobre detenidos desaparecidos y el legado de las nuevas generaciones con respecto a la dictadura”.
Un hito particular que le permitió entender de forma personal las consecuencias de la dictadura de Augusto Pinochet fue su colaboración con Roberto Baeza, Paulina Acosta y Alfredo García en la película Punto de Encuentro. La cinta estrenada en 2022 reconstruye las historias de los padres de dos de los cineastas detenidos por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) en Villa Grimaldi 45 años después de los hechos.
“Me pude vincular afectivamente con una comunidad a la que le había cambiado la biografía y su historia de vida a partir de la dictadura”, reflexiona. En la película, así como en la historia real, uno de los padres sobrevive a lo vivido y otro fue desaparecido por agentes del Estado.
La cineasta Carmen Castillo le permitió a Tana ver y entender otras aristas de la dictadura en Chile. Le sucedió con La Flaca Alejandra (1994), “película que ofrece una perspectiva compleja sobre el dolor, la traición y el arrepentimiento, explorando cómo alguien que fue víctima también puede convertirse en victimario”, explica.
La cinta aborda la relación histórica entre la cineasta y Marcia Merino (La Flaca Alejandra), dirigente de una célula del Movimiento Izquierdista Revolucionario (MIR) que, tras ser torturada por la DINA, se transformó en colaboradora del régimen militar, delatando a Carmen Castillo, a Miguel Enríquez, su pareja y también fundador del MIR, y a integrantes de la organización de resistencia y oposición a la dictadura. Además, recoge la decisión de Merino de denunciar a sus jefaturas dictatoriales para contribuir a la memoria y al conocimiento del país.
“La película permite ver cuáles son las contradicciones que hay en personas que han cometido delitos de lesa humanidad”, apunta, “Es imprescindible verla para comprender la complejidades de la culpa y explorar narrativas que transgreden la dicotomía fija sobre el bien y el mal”.
Calle Santa Fe es otra de las obras de Carmen Castillo que la cineasta chilena ganadora del IWonderfull Grand Prize por Malqueridas recomienda. En ella, Castillo aborda su relación con el exilio y el regreso a Chile, reconstruyendo sus vivencias a través de los lugares donde estuvo. “Nos permite comprender los estragos y daños colaterales que hizo la dictadura con las personas militantes, pero no solo eso, sino que se vincula con la idea de lo que las personas querían en ese momento: resistencia y poder oponerse a la dictadura”, reflexiona.
Una cinta actual que Tana también considera importante revisar para ahondar en distintas vivencias y perspectivas es Realismo Socialista (2023), de Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento. El filme es presentado como un relato coral satírico que narra el proceso de la Unidad Popular del presidente Salvador Allende a través de voces de obreros, militantes y políticos burgueses.
“La película aborda las dinámicas de Chile y da cuenta que no hemos cambiado tanto en 50 años en cuanto a la política burguesa y a cómo se enfrentan los cambios sociales en el fondo. Es una obra muy compleja y lúcida del momento pre-dictadura”, explica.
¿Sientes que tienes la labor como cineasta de preservar la memoria?
“Es imposible hacer cine sin preservar y hacer memoria porque lo que hacemos es dejar y entregar una parte nuestra a algo que nos permite comprender lo que se vivía en un momento de la historia. En ese sentido, espero que en 60 o 70 años más alguien se interese por los cuidados, la vida de las mujeres, de las madres. Pienso que todo lo que hacemos ahora eventualmente se va a transformar en una especie de memoria que alguien podría recoger y resignificar y van a ser archivos para nuevas películas o nuevos discursos”.
¿Cuál fue la primera vez que viste una imagen de lo que pasó en la dictadura?
“Mi primera respuesta es el bombardeo a La Moneda, es como si, al momento de conmemorar, solo existiera esa imagen. Es la que más hemos visto y que se va repitiendo todo el tiempo y me pasa que hay una idea de ir naturalizando el dolor a través de imágenes como esta que no implican dolor porque no estamos viendo a personas, sino que un edificio institucional de Chile. Hay una cuestión que tiene que ver con revisitar las mismas imágenes todo el tiempo y que pierdan su valor político, dejando de lado otros hechos, como la cantidad de detenidos aquel día y lo que pasó después: mientras más conozcamos relatos más vamos a poder cuestionar nuestro presente”.
Bonus: La Batalla de Chile
Una de las primeras recomendaciones que surgió en la mente de Tana Gilbert fue la trilogía de documentales de Patricio Guzmán, La Batalla de Chile (1975-1979), “una radiografía de un momento en el país y que habla mucho de la polarización y de las clases sociales”.
“Por otra parte, en lo cinematográfico, creo que es una película que tiene un gran valor, desde la cámara que hizo Jorge Miller hasta la forma en que está construido el montaje, la manera en que va la calle y registra; es una especie de símbolo de un momento cinematográfico que vivía el país y que creo que todo Chile debería ver”.