LINA MERUANE ESTRENA OBRA SOBRE LA MATERNIDAD EN TIEMPOS DE GENOCIDIO:
“EL NIVEL DE HIPOCRESÍA ES BRUTAL”
La autora chilena palestina, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz (2012) debuta con su primer texto teatral en Esa cosa animal , una adaptación escénica de la diatriba Contra los hijos. En conversación desde Madrid, la escritora amplía su mirada crítica y denuncia la hipocresía del discurso promaternidad en un mundo que, dice, guarda silencio frente al genocidio infantil en Palestina.
x Florencia Rioseco Retamal
Afuera vuelan langostas, los insectos que según el Éxodo de la Biblia cubrieron el cielo de Egipto y luego brotaron de la tierra durante el Apocalipsis. Adentro, tres hermanos intentan discutir sobre el porvenir de su madre enferma, para luego terminar debatiendo sobre la idea de tener hijos. La hipocresía de los personajes despertará Esa cosa animal , el debut teatral de Lina Meruane que se presentará en el Teatro La Memoria del 6 al 10 de agosto.
Lina Meruane (55) escribió esta, su primera obra de teatro, en el dormitorio donde Gabriel García Márquez imaginó Cien años de soledad. El guion nació como una versión escénica del libro Contra los hijos, la diatriba que se publicó primero en México a través de Tumbona Ediciones y luego con Literatura Random House para España y Latinoamérica.
La autora chilena y descendiente palestina estaba convencida de que un discurso que criticara el mandato social de la maternidad sería un tema que le interesaría a pocos, sin embargo, las presentaciones del libro en México y en Chile tuvieron un público que congregó a jóvenes, hombres y mujeres, atentxs a la propuesta feminista que desobedece una imposición cultural tan poderosa.
EL MANDATO SOCIAL DE LA MATERNIDAD
En el colegio, y en la búsqueda de encontrar una expresión artística que le acomodara, Lina Meruane participó de talleres de teatro. Eso, sumado a la influencia de su tía Nelly Meruane, actriz de teatro y televisión, consolidó un interés que luego se concretó en sus años como periodista cultural, cuando asistió dos o tres veces a la semana a las salas de Santiago.
Pero su primer acercamiento a la dramaturgia como escritora sucedió en un festival de lecturas dramatizadas con autores y autoras latinoamericanos que vivían en Nueva York. Allí, escribió una adaptación teatral del final de su novela Fruta podrida, donde consiguió cruzar el estrecho puente que suele separar la literatura del teatro creando un texto con tres personajes principales: Id, Ego y Superego, similar a la estructura de la psique de Freud.
En Esa cosa animal reaparece una escena triangular: la conversación de tres hermanos que se mueven según las pulsiones del inconsciente, en un montaje sencillo –sobre el escenario sólo hay una mesa–, pero dinámico e intenso.
Foto por Félix Ungeheuer.
¿Te encariñaste con un personaje más que con otro?
“Sentía que estaba construyendo personajes que por un lado entendía súper bien su deseo y al mismo tiempo me parecían muy poco queribles. Los tres. A mí me gusta no querer a mis personajes. O sea, en “Sangre en el ojo” (uno de sus libros), no hay un personaje con el que yo me identifique, y me gusta justo trabajar desde una no identificación, porque lo que me interesa precisamente es subrayar las contradicciones internas de los personajes en las que yo misma puedo decir: ¡Ay, qué momento más doloroso! Y después decir, ¡Ay, qué conchesumadre! Esos personajes me interesan, con esas complejidades”.
En un teje y maneje de disputas familiares, los hermanos cumplen roles que, en la mirada de la autora, “son personajes chilenos neoliberales”, pues basan su existencia meramente en deseos personales, ignorando las realidades difíciles de quienes los rodean: una hermana se siente abandonada en su maternidad mientras la otra, feminista, se aburre con la idea de cuidar a sus sobrinos.
Justamente los cuidados son parte de una discusión importante en Chile en este momento…
Esto me interesó mucho cuando se lo oí decir a Verónica Gago, filósofa y politóloga argentina, porque lo he pensado mucho y está muy mal visto decirlo, pero ¿de quién son los cuidados? ¿Qué pasa con los hombres? ¿Qué pasa con los compañeros, con los padres, con los hijos? O sea, ¿de nuevo vamos a idealizar los cuidados como una misión femenina? ¿Sobre quién recaen todos esos cuidados? ¿Y qué pasa con el Estado? Entonces bueno, por eso a mí el género teatral me permite pensar y poner en escena de manera súper tensa y rápida esas contradicciones de los personajes. Es lo que aprendí escribiendo esta obra.
Al tiempo que Lina Meruane estrena en Chile como dramaturga en una obra que reflexiona sobre el mandato social de la maternidad, el presidente Boric debuta como padre.
Cuando escribió Contra los hijos, recordó una frase de Sebastián Piñera que sirvió como insumo para la reflexión: “Una sociedad que no tiene hijos es una sociedad enferma”.
“Y luego esta cosa del presidente cumpliendo con ese mandato como quien dice, convirtiéndose en el modelo de los chilenos de tener hijos”, dice ahora con cierta incredulidad.
La preocupación por la baja natalidad en Chile ha sido una conversación presente durante los últimos años. En efecto, el país registra una de las tasas más bajas en todo el mundo: el último censo (2024) señaló un aumento en el porcentaje de personas mayores y una disminución en los menores de 15 años. Pero la escritora insiste en iluminar un aspecto de la discusión que se aborda escasamente cuando se trata de mirar números.
“No hemos calculado la cantidad de inmigrantes que llegaron a Chile en los últimos años, personas que también están trabajando, están imponiendo y están sosteniendo la vejez chilena. Ese número no se cuenta porque por debajo hay un discurso anti-inmigración o sea, queremos que los que se reproduzcan sean los chilenos, pero no los recién llegados a Chile, no los naturalizados chilenos”, sostiene la autora.
Foto por Quim Perelló.
"EL NIVEL DE HIPOCRESÍA ES BRUTAL"
Trabajar la idea de representar ese doble estándar es una de las tantas cosas que se dejan entrever en Esa cosa animal; en gran parte, porque es una reflexión que la autora aborda desde distintos frentes, como hablar de Palestina: “Tiene que ver con la hipocresía de los discursos, que es lo que a mi me interesa subrayar. Hay un discurso de protección del niño y de la angustia de la disminución de la población infantil, pero estamos viendo día a día no sólo una masacre, un genocidio dirigido hacia los niños. El 70% de la población en Gaza son menores de edad”.
Cuando se trata de señalar responsabilidades, la autora pareciera tener claro que es un problema de la sociedad en su conjunto. Pero, también apunta al norte global, Europa y Estados Unidos, como entidades que han hecho la vista gorda y que incluso, han alentado económicamente el genocidio.
Aunque reconoce que hay algunas acciones del Estado chileno que le parecen pertinentes, sostiene que todavía se puede hacer muchísimo más y que incluso le ha escrito al presidente Boric por mensajes de Instagram para pedirle que corte relaciones definitivas con Israel.
¿Te responde?
No, por supuesto que no. Imagínate, le escriben miles de personas. ¿Por qué me va a contestar a mí? No pretendo tener ninguna prioridad en sus redes sociales que seguramente ni siquiera maneja él. Pero digamos que sí, podría hacer mucho más.
“Tenemos un genocidio que temporalmente se alarga hacia el futuro. No hay ningún lugar en el mundo donde haya tantos niños mutilados, y de los que han sobrevivido, la hambruna los afecta especialmente en su etapa de desarrollo, dejándolos dañados para el resto de su vida. ¿Cómo se puede entender que se permita esto vis a vis la protección de los niños primero o la lucha contra el aborto? Claro, porque hay que tener niños… o sea, el nivel de hipocresía es brutal”, concluye.