Laudes Xelsoi
¿QUIÉN TIENE DERECHO AL PLACER?

‘LAUDES’ DE XELSOI Y LA FRUSTRACIÓN DEL CUERPO LGBTIQ+

Laudes’ (Imaginistas), primera novela y segundo libro del escritor chileno Celso Iturra, abre la herida del deseo y la muestra sin filtros: cuerpos que no caben en la promesa del goce, placeres postergados, rutinas que asfixian. La periodista Isidora Pinochet Venegas se sumerge en esta historia para preguntarse qué pasa cuando el placer se vuelve un lujo, y el espejo, una amenaza.

x Isidora Pinochet Venegas

Se mueve como pez en el agua bailando al ritmo del vogue. Su cuerpo esculpido, los tacones y los flecos de su traje no le hacen justicia a un foco que no alumbra, a una cámara esquiva que parece no querer revelar su identidad. Quizá él lo sabe y por eso lo da todo. En diez segundos, curiosamente menos tiempo que el resto de los spots de la franja electoral de las Elecciones Primarias, debe dejar impregnado en las mentes de los hogares chilenos el mensaje. Más brillo, menos odio anunciaba la campaña de Winter.

Ya con los resultados sobre la mesa y un Gonzalo que apenas consiguió aferrar el tercer lugar, los análisis sobre “qué se pudo hacer distinto” llegan junto al pan y el pebre a la mesa. Y aunque sería inocente creer que un segmento de la franja lo define todo, no deja de ser curioso que la representación LGBTIQ+ de la ahora candidata Jeanette Jara distara mucho del lugar común: en 20 segundos y sin más decoración que la luz cálida del living de una casa, un joven se permite soñar con un Chile distinto.

Nada odiamos más que lo que se nos parece” es la cita, del escritor chileno Mauricio Wacquez, que abre ‘Laudes’, primera novela de Celso Iturra, conocido en redes sociales como Xelsoi. Y es que si ya la homosexualidad sigue siendo amordazada, censurada y asesinada, la solución capitalista de hacer lo “indeseado” deseable sigue siendo tan antigua como rentable. 

Lo vemos en el cine con ‘Call me by your name’ y ‘All of Us Strangers’, película del 2023 protagonizada por los sex symbols Andrew Scott y Paul Mescal. En la música con Troye Sivan o Lil Nas X. Pongámosle brillo, hagámoslo vendible. Ser gay puede ser más o menos aceptable. Ser feo, no.

Pero fuera del set de grabación, cuando los únicos focos son el tintineo mezquino del alumbrado público y la pasarela se transforma en una calle de hormigón, la realidad es muy distinta.

Laudes xelsoi

‘Laudes’ nos presenta la historia de Natanael, un joven gay atormentado por sus frustraciones. El pequeño departamento en la comuna dormitorio donde vive combina con el ahogo de su mente. Sin más motivaciones que cumplir con la rutina de ir a su trabajo en un local de comida rápida, la soledad de este anti protagonista lo lleva en varias ocasiones a caer en el horror por exigir el derecho al goce, un placer que cree negado.

El clímax de la historia comienza cuando, en una de las tantas noches de desvelo, por la ventana ve una imagen que le indica que tal vez su necesidad se podría saciar cruzando la calle. 

El conflicto con la autoimagen es el tema central de la novela. Xelsoi nos empuja a escarbar la herida que sentimos cuando abrimos la cámara y, antes de levantar el brazo para sacarnos una selfie, vemos en primer plano y 4K nuestra papada en la pantalla.

“En su teléfono, un catálogo de hombres, apretados en una cuadrícula que cartografiaba el placer posible; la mayor parte decapitados por una voluntad pudorosa o reducidos a la profundidad fantasmagórica del anonimato. Natanael era uno de los últimos, carente de cuerpo y rostro, receloso de compartir cualquier verdad suya”.

Sin embargo, se aleja de ser un libro higienizado o victimista. Nato no es solo sus espinillas y cuerpo flácido. O quizá sí, pero no por eso se va a privar del sexo. Sea o no incorrecto, la sangre tira, el instinto siempre existe. 

En un mercado literario plagado de autoficciones de chilenxs en Europa, se siente refrescante leer un libro que retrate una realidad cercana. Seas o no de la comunidad, Laudes invita a repasar las frustraciones que nos acosan en la madrugada, hora canónica que da nombre al texto, definido como la “última oración de la noche y primera de la mañana”, según la Iglesia Católica.

Sus 114 páginas, que bien podrían ser 80, a juzgar por el tamaño de la letra de la edición de Imaginistas, se leen rápido y en un viaje en metro o en micro, el mismo que Natanael aborda para ir a su departamento luego de 8 horas friendo papas. 

Esta invitación a reflejarnos en la historia se hace aún más presente cuando notamos que ningún personaje se detalla más allá del nombre. No hay edades, años ni una enmarcación exacta del lugar donde transcurre la historia. ‘Laudes’ es urbano y chileno sin necesidad de que sus personajes coman empanadas o vivan en  una comuna popular. Queda en el juego de quien lee complementarlo con su propia vida.

“Para Natanael, la vida era como un sueño, una experiencia confusa de la que nunca había estado del todo presente”.

Laudes xelsoi

Con una voz narrativa melodiosa, idéntica al habla pausada y calma de Celso, el escritor se presenta con un texto maduro, distinto y ad portas de instaurar un estilo propio

La vara es alta y la exigencia es simple: quedamos a la espera de otras obras que nos recuerden que no podemos vernos en el aceite hirviendo.